Verano 2013
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Cuatro discos se estamparon en mi memoria de aquel verano; Boys and Girls de Alabama Shakes, Brothers de The Black Keys, The Dandy Warhols Are Sound de, obvio, The Dandy Warhols, ah, y el Tourist History de Two Door Cinema Club. Eran mis últimos días de estudio de la licenciatura en Ciencias de la Información Documental.
Fue un cambio un poco abrupto, en ese momento no sabía lo afortunado que era. En mayo y finales de junio trabajaba en mi proyecto de titulación, el trabajo, o talacha, como solemos decir, consistía describir impresos de los siglos XVIII y XIX, que pertenecen a una biblioteca situada en el sótano de un ex-planetario. Recién me había cortado el cabello, que lo había tenido bien largo durante toda la licenciatura, me pasaron la del uno. Como ya no tenía becas y no trabajaba, mi ropa estaba muy gastada, casi siempre vestía la misma sudadera y tenía dos o tres pantalones para “el diario”. Podría seguir describiendo mis días en aquel 2013; me endeudé comprando un iPhone, el cual fue más por hacerle caso a mi hermano que a mi propia situación económica. En ese iPhone tenía estos cuatro discos, el sonido era bueno. Caminaba al edificio del ex-planetario que estaba en un cerro, con la mochila en la espalda con mi laptop adentro, una libreta con apuntes de investigación, un libro prestado de la biblioteca (Nueva Introducción a la Bibliografía Material de Philip Gaskell de unas 600 páginas). Mi computadora había empezado a fallar y para que “jalara chido” cambié el OS a Ubuntu.
Repito, era muy feliz en esos días, aunque mi espalda terminara adolorida y mi vista cansada, el olfato asqueado por los libros antiguos, la piel enrojecida por el polvo, pero bajaba de la biblioteca con una sonrisa evidente, hacía lo que más amaba en ese momento.
Concluí cursos en la segunda semana de junio y el 1º de julio fue mi primer día de trabajo formal en el Gobierno del Estado de México, así que tuve dos semanas para terminar mi trabajo de investigación en la biblioteca, pasaba de 6 a 8 horas encerrado en un cuartito de unos 2 x 5 metros, con estantes viejos y los libros enfrente de mí, los bibliotecarios que estaban en turno trataban de ser empáticos con mi presencia, a veces no disimulaban su descontento por mi intrusión lo cual es muy común en sitios similares, por lo tanto no me llegó a incomodar. Me esfuerzo por describir esa temporada porque la quiero tener presente, no quiero perder detalles que aún tengo; hoy, miércoles 25 de julio del 2018, a cinco años y un mes de que haya sucedido extraño mucho esa etapa de mi vida. Extraño escuchar “Hold on” y “I found you” mientras contaba signaturas de los libros, extraño registrar sellos y anotaciones en las páginas, extraño contar líneas de la caja de texto, transcribir portadas, buscar ejemplares de la misma edición. Extraño la ilusión bastante ingenua por querer ser un bibliógrafo, extraño la soledad que todos, o al menos algunos, hemos sentido al hacer un proyecto de investigación.
¡Y qué soledad! Si terminaba de hacer mi trabajo, bien contento y con pocas personas -por no decir nadie- a quién decirle lo que había logrado ese día. Claro, lo cuentas a tus seres queridos, a tus compañeros de clase, pero son amables y se alegran por ti. Recuerdo que ese sentimiento lo había anticipado meses antes, un lunes, habrá sido en febrero, desperté sabiendo que estaría solo en ese proyecto.
Terminaré con este pequeño recuerdo aquí, para no mezclarlos. Volveré a escuchar “Too afraid to love” y “The only one”, volveré a evocar ese verano del 2013.