me encontré

Ángel Valdés-González
4 min readJan 8, 2019

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Créditos: Grant Snider, 2018. URL de la fuente: http://www.incidentalcomics.com/2018/09/running.html

¿Cómo es que alguien con una vida híper sedentaria pudo haber iniciado a correr? Todo inició sin pensarlo demasiado, igual que muchas cosas en mi vida. En febrero del 2018 comencé a trabajar en una biblioteca, entraba a las 8 am y para llegar a esa hora tenía que levantarme desde las 5 am, después de un bañarme y desayunar salía de casa a las 6 en punto. No era algo que hubiera anhelado pero tenía que trabajar; mi ritmo de vida cambió un giro y mi despertador biológico se tuvo que adaptar. Bastó una semana para que, sin mayor dificultad, estuviera despierto cada día a las 5 am.

Y así comenzó la revelación. El primer sábado de descanso desperté y me quedé mucho tiempo en la cama; caí en un abismo, ese abismo le llamé los pensamientos. Tuve la sensación de mirarme desde fuera, como si una cámara de video hiciera una toma cenital. Me vi acostado, sin motivación y lleno de pereza. Me sentí desperdiciado. Pensé “tengo 27 años, es la etapa de la vida en que tengo energía y salud”, “por lo menos debería tener ganas de hacer algo”. Entonces, por instinto y para protegerme en mi estado de conformidad, puse música, miré algunos videos de conciertos y traté distraerme. Lo logré. No imaginaba que en la mañana siguiente, el domingo, ocurriría algo parecido, quise levantarme de la cama pero era muy temprano así que me forcé a dormir hasta las 11 am.

Llegó el siguiente fin de semana, un sábado 10 de marzo. Inevitablemente desperté a las 5 a.m., igual que el sábado anterior me forcé a dormir. Desperté algunos minutos antes de las 7, los pensamientos regresaron insistentes. Me fastidié, no sé por qué lo hice pero me levanté, me puse un short, unos tenis (cuando los compré nunca pensé que los utilizaría para correr) y una playera. Salí de la casa como 7:30, caminé todavía sin saber cómo daría la primera zancada para correr, solo caminaba. Encontré a un familiar que corre con frecuencia, de hecho es muy bueno para ello, me dio mucha pena que me viera, me dieron ganas de ya no seguir. Seguramente él ni siquiera se dio cuenta de mí y yo lo estaba sobrepensando. Llegué a la unidad deportiva de mi pueblo e hice algunos ejercicios, algo así como calentamiento. Con toda la pena del mundo y tratando de que nadie me viera comencé a trotar. La pista para correr tiene unos 650 metros (esa distancia la supe algunas semanas después) y yo solo tenía en mente dar una vuelta, acabarla por dignidad y ya. Deseaba regresar a mi casa en donde podía estar sin que nadie me viera. Terminé la primera vuelta con jadeos y caminé un poco, me propuse dar una vuelta más aunque caminaba por algunos momentos. Di tres vueltas y me regresé a casa. Al bañarme me di cuenta que los pensamientos habían estado ausentes, correr fue una forma de enfrentarme y pelear contra ellos.

Evidentemente terminé cansado y con la garganta irritada. No sabía respirar y cuando hacía esfuerzo físico (como esta vez) mi garganta se irritaba y terminaba con una infección que duraba 2 semanas. Con algunos remedios lo alivié. La mañana siguiente, el domingo, lo volví a hacer, antes de recibir la visita de los pensamientos ya estaba decidido a salir a correr. Salí un poco más temprano. Fue la primera carrera que registré en la app de Nike. Corrí en total 6.04 kilómetros en un tiempo de 44:18, el ritmo fue de 7:20 minutos por kilómetro.

El lunes siguiente no podía ni subir al autobús. Me dolía todo. En otro tiempo hubiera aborrecido ese dolor, pero esta vez sabía que ese dolor lo había obtenido a causa de mitigar los pensamientos.

Recuerdo que una noche del 2017 (unos 6 meses antes de iniciar a correr) soñé que corría en Ciudad Universitaria de la UAEMéx. Ahí hay un circuito que da la vuelta al cerro de Coatepec, he pasado varios años junto a ese circuito. En ese sueño yo corría en el circuito y me sentía bastante aliviado y eufórico, recuerdo que pasaba debajo de las ramas de los árboles y lo disfrutaba. Al despertar conservaba esa sensación agradable que había experimentado durante el sueño. No lo comenté con nadie más y tampoco tuve la intención de hacerlo realidad. Un día en abril del 2018, a la mitad de la carrera me daba que estaba sintiendo lo mismo que en mi sueño, lo sentí como magia. Con que eso se siente que los sueños se vuelvan realidad.

Correr se volvió una parte fundamental en mis días de descanso laboral. Los pensamientos siguieron presentes en varias ocasiones durante el 2018, fueron mis compañeros todas las tardes cuando regresaba del trabajo a la casa. También se aparecían en cada almuerzo. Por lo menos no en fines de semana por la mañana.

Ayer, volví a correr 10km. En realidad mi meta eran solo 8km pero ya entrado en calor y dándome cuenta que las piernas me exigían un poco más de esfuerzo completé un poco más de 10. Terminé ¿cómo puedo decirlo?, terminé siendo muy feliz. Agité y levanté las manos en señal de victoria. ¿A quién derrote? A los pensamientos. No los maldigo, al contrario, les doy gracias por haberme hecho correr. No sabía que en esta actividad encontraría una forma de ser feliz. Ahora que lo pienso, no recordaba qué se sentía ser feliz.

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Ángel Valdés-González
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Written by Ángel Valdés-González

Bienvenido a la colección de cosas absurdas. Bibliotecario.

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